Por: Olga Álvarez Suárez
No existe momento más gratificante en la vida de una mujer que lactar
a su bebé, arropándolo en sus brazos y proporcionarle la leche materna.
La lactancia es un período de la vida en el que la madre ofrece al
recién nacido un alimento adecuado a sus necesidades.
La
leche materna, no sólo es considerada por su composición sino también
por el aspecto emocional que se establece entre la madre y su bebé.
Ningún otro alimento puede sustituir la leche materna. Los bebés
alimentados con esta leche contraen menos enfermedades y están mejor
nutridos que los que reciben otros alimentos con biberón.
Se
estima que la alimentación exclusiva con leche materna durante los seis
primeros meses de vida, evita alrededor de un millón y medio de muertes
infantiles al año. Durante los primeros tres días después del parto, el
pecho de la madre produce un líquido de color amarillento que se conoce
como calostro, rico en vitamina A, contiene anticuerpos de vital
importancia, además protege al recién nacido contra las infecciones, las
alergias y ayuda a madurar el intestino. Esta forma de alimentación
evita el estreñimiento, se encuentra a temperatura adecuada y tiene la
cantidad de agua necesaria. Los adultos que recibieron lactancia materna
en la infancia suelen tener menor tensión arterial y menores
concentraciones de colesterol, así como menores tasas de sobrepeso,
obesidad y diabetes de tipo 2.
Este
acto tan íntimo entre la madre y el niño tiene muchas ventajas:
favorece el vínculo afectivo entre madre e hijo, ayuda a retrasar un
nuevo embarazo, siempre está disponible y a la temperatura ideal, no
necesita preparación, disminuye el sangrado transvaginal, ya que ayuda a
la evolución uterina.
Cuando
un bebé toma pecho no sólo se alimenta y satisface su sed, sino que
además, recibe el calor de su mamá, se siente querido y protegido y
desarrolla con ella el apego y una comunicación que va más allá de las
palabras. Fortalece su sistema inmune, es decir se protege de
enfermedades como la diarrea, meningitis, otitis e infecciones
respiratorias. Favorece el desarrollo de su inteligencia, pues los
ácidos grasos omega 3 que contiene la leche actúan sobre el sistema
nervioso central. Reduce su exposición a tratamientos futuros de
ortodoncia, a diferencia de los niños que se alimentan con mamadera.
La
lactancia ayuda a la mamá pues les ayuda a reducir el peso acumulado
durante el embarazo, previene el cáncer mamario y de ovarios y retrae su
útero. La familia también obtiene beneficios de la lactancia materna:
optimiza su presupuesto, refuerza los lazos afectivos y previene el
maltrato infantil.
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