En la educación de los niños en
edades tempranas participan los padres y los maestros. Algunos padres piensan
que esa tarea es propia de los maestros, porque ellos no se sienten competentes
como educadores ni tienen tiempo disponible para dedicarlo a los hijos.
Por su parte, los maestros dicen que los
primeros y principales educadores son los padres, sobre todo en la formación de
hábitos y en la educación como personas. En este punto está claro que la
educación es una responsabilidad compartida y esto justifica la necesidad de
colaborar y trabajar conjuntamente los unos con los otros.
Para el alumno, el ser buen estudiante está íntimamente relacionado con el aprendizaje de ser persona. En esta formación de la personalidad los padres son los principales responsables y no pueden desentenderse o despreocuparse de ello, delegando esta función en manos del centro educativo.
Los padres han de velar para que haya coherencia entre las ideas y criterios que sus hijos adquieren en la escuela con el tipo de educación que están dando en la familia, especialmente referido con las convicciones morales y educativas. Deberán, para ello, conocer el contenido de los libros de texto y de lectura que utilizan sus hijos.
Pienso que a través de
conversaciones entre padres e hijos se puede enfocar el estudio como una
búsqueda de la verdad y no solamente como un medio para superar los exámenes. También
conviene enseñar a los hijos el valor del trabajo bien hecho y terminado, así
como la adquisición de hábitos de esfuerzo y constancia.
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