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viernes, 30 de mayo de 2014

Divorcio con los hijos no

Los divorcios en Cuba han aumentado de forma “extraordinaria” y su índice casi se triplicó en las últimas décadas hasta alcanzar una proporción de 64 por cada 100 matrimonios, según un artículo divulgado por la revista Mujeres.
La disolución de la pareja marca importantes huellas en el desenvolvimiento total de la familia. Los hijos y otros familiares, así como los amigos comunes sufren por la pérdida del vínculo marital.

En los hijos los efectos son dolorosos y las manifestaciones dependen de la edad o momento evolutivo, así como del apego hacia cada progenitor. Los más pequeños pueden enfrentar confusión en el seguimiento de las normas y el reconocimiento de la autoridad. Una edad crítica se sitúa entre los 9 y los 11 años (pre-pubertad), porque es un momento clave para identificación sexual y personal. 


En la adolescencia, pueden volverse rebeldes o apáticos con el entorno, desafiantes, críticos y rencorosos. En la mayoría de los casos, cuando los hijos están dentro del sistema escolar, se observan reducciones importantes en la motivación para los estudios y en el rendimiento académico.

Los casos de niños y adolescentes son los más delicados porque, al ser menores de edad, deben permanecer bajo la tutela de uno de los padres. Los sentimientos de los hijos suelen ser ambivalentes: enfrentan amor y rencor al mismo tiempo, pueden sentirse culpables por el problema de los padres (lo cual empobrece la estima y la confianza en sí mismos; a veces creen que no merecen el amor de sus padres ni de las demás personas).

Otros familiares, como los padres, abuelos, suegros, cuñados y demás, se ven obligados a decidir entre mantener o disolver lazos y alianzas que habían desarrollado con el miembro de la pareja que se va y con la familia de éste.


Podemos decir, entonces, que la disolución de la pareja es también un divorcio entre familias. ¿Cómo apoyar entonces a los hijos que son los más afectados?

Es indispensable prepararlos para los cambios que vendrán, informarles sobre las mudanzas, los nuevos horarios, las rutinas y funciones que cada quien deberá cumplir en lo sucesivo.

Padres y maestros deberán comprender que una caída en el rendimiento académico es previsible, pues muchos factores intervienen en el funcionamiento cognitivo de los niños y adolescentes durante el proceso del divorcio: la concentración se dispersa, la atención se debilita, la memoria se bloquea, entre otros efectos. Por estas razones, es indispensable estar preparados para apoyar a los niños y adolescentes en sus estudios durante las fases del divorcio. En este sentido, sería recomendable disponer de formas de acompañamiento para la realización de las tareas y preparación para los exámenes.


Finalmente, se debe evitar poner a los hijos a favor o en contra de alguno de los padres. Esto conduciría al desarrollo de sentimientos ambiguos hacia los padres, lo cual podría repercutir en los vínculos interpersonales que los hijos puedan tener en edades más avanzadas.


A mi criterio ambos padres deben conversar con los hijos todas las veces que sea necesario de manera clara, directa y honesta, pero adecuada a su edad, escucharlos, sin hacer alguna otra actividad, deberán comprobar que no les quedan dudas.

También en el proceso de divorcio corresponde, es necesario dedicar por lo menos unos minutos diarios para estar con cada uno de los hijos, haciendo algo que ellos disfruten.

Es bueno recordarles constantemente, que ellos no tienen la culpa de la separación, pero que tampoco pueden hacer nada para volver a unirse como  pareja, que todos están viviendo momentos dolorosos, pero que poco a poco el dolor va a desaparecer.


Los hijos son lo mejor que les puede suceder a todo persona en caso de divorcio ellos deben sentir siempre el apoyo incondicional y protección de sus progenitores, eso los hará seguros y confiables.

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