Nada
se consigue en la tierra sin un criterio científico en la siembra y la
preparación de los suelos. Así me dijo una vez un campesino.
La
capacitación es tan necesaria como la cosecha misma, la metodología
correcta para la preparación de la tierra y el empleo adecuado de los
productos químicos, ayudan a perfeccionar el trabajo de todo productor,
más ahora que mutan las variedades, el clima y existen nuevas plagas. El
enfrentamiento a esta situación requiere capacitación y disciplina.
Los
campesinos individuales y cooperativistas de la ANAP son responsables
de más del 60 por ciento de las viandas y hortalizas producidas en la
isla, también aportan el 64 y 42 por ciento de todo el volumen de carne
de cerdo y de leche. Trabajo que llevan esfuerzo, sinsabores y
sacrificio en función del pueblo. Pero, estos campesinos nuestros,
llamado también productores o agricultores no son los de ayer, que
apenas sabían escribir su nombre.
Algunos
son bachilleres y universitarios, se preparan en los centros de
estudio. Hoy su labor es, luego del libro, llevar al surco lo aprendido
para producir con calidad.
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