Un punto
de recogida de personal sin inspectores es el examen de conciencia más difícil
que puede enfrentar un chofer estatal. A esa hora se demuestra cuál de ellos
recoge pasajeros por obligación y quién por sensibilidad. Para comprobarlo
bastan 5 minutos.
Un ejemplo
de ello es: a las 12 y 40 p.m. comienza una ligera llovizna y los funcionarios
del transporte se van a resguardarse, La mayoría de los viajeros se quedan bajo
un árbol que los cubre o en la parada y
entonces sucede que aparece un desfile de carros, acostumbrados al rigor de los
inspectores populares, si bien disminuían velocidad antes de llegar al lugar,
al percatarse de que no están por la llovizna aceleran nuevamente, y... ¡ojos
que te vieron ir...!
En verdad
la historia tiene de todo un poco, están los choferes que siguen de lado y
hacen un gesto grosero con el dedo del medio, también desfilan- y esto si que me preocupan-
directivos manejando ellos o sus choferes, estos generalmente vienen de una
reunión importantísima donde ellos plantean miles de tareas a cumplimentar
cuando, como, sin embargo, salen en sus
carros, o sea en el carro del estado,
muy apurados por cierto, y no paran, esta última imagen es contradictoria ¿no
les parece?
Pocos
conductores aprueban ese especie examen de honestidad individual, el noble gesto
de parar bajo la lluvia o el sol, con inspector o no, demuestra que se está
convirtiendo en excepción lo que debería ser regla.
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