El cartel en el pecho

Al preguntar a un grupo de estudiantes de las enseñanzas básica y preuniversitaria a qué edad podían comprar cigarrillos, respondieron, sin excepción, que a los 16. Pero el Acuerdo No. 5 570, adoptado por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros en diciembre del 2005, estipula "prohibir la venta de cigarros, tabacos, bebidas alcohólicas y cervezas a menores de 18 años de edad".
Llámesele desconocimiento o descuido, similares actuaciones posibilitaron que en la Encuesta Mundial Tabaco y Juventud de 2013—se mostraran los siguientes datos: el 24,5% admitió haber fumado alguna vez; el 9,3% son fumadores activos, y los 9,1%, susceptibles a iniciarse en este peligroso hábito, pues aceptarían cigarrillos si algún amigo se los ofreciera. 

 Está claro que la responsabilidad es colectiva: la familia, la escuela, los medios de comunicación, quienes fumamos en casa y en lugares públicos, los que violamos las prohibiciones. Ya lo dice el refrán popular: "el niño hace más lo que ve hacer... " 

En realidad es muy desagradable ver llegar un niño dinero en mano a comprar cigarros o tabacos en cualquier establecimiento o casa particular, los mayores  sean sus padres o vecinos, ¿no se dan cuenta a acaso de lo que hacen? Luego cuando pasan algunos años, lo queremos criticar.

También me llama la atención de algunos adultos que alegan no ver el cartel de prohibición en el establecimiento que expende cigarro, razón por la que envían al menor, en caso de ellos estar ocupados y me pregunto ¿es necesario que esté el cartel? Sí lo es, pero reflexionando al compás de la lógica, ¿debe estar el cartel? y dónde está la responsabilidad hacia ese menor?¿dónde está el sentimiento, la conciencia? Por favor póngase ese cartel en el pecho.